Después de tantos sueños perdidos; lobos disfrazados de ovejas; mentiras y engaños. Crímenes físicos, espirituales y virtuales, culminamos otro año de zozobra y prácticamente a la deriva, con la esperanza de un nuevo amanecer.
Las islas tocaron fondo, no creo que hayamos estado antes en tal magno grado de crisis social, política, ecológica, económica y cultural. Solo Dios nos puede salvar, y para eso necesitamos líderes con temor hacia Él. Lo demás vendrá por añadidura como nos prometió en Mateo 6:33: “Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas”…
El pueblo raizal sigue su éxodo, cada vez perdemos más territorio y más población autóctona por ende también se nos está disipando la cultura y nuestras costumbres. La colonización costumbrista está más fuerte que nunca, pero no podemos perder la esperanza de la ‘tierra prometida’ que nos dejaron nuestros ancestros.
El oro en las islas ahora es el turismo. A su alrededor no solo juegan hospedajes, paisajes y entretenimiento. ¿Estamos preparados para esta creciente invasión de compañías de explotación turística y todo lo que esto acarrea? ¿Están estas pequeñas islas ambientalmente preparadas para un turismo extractivista? ¿Qué papel cumplen los nativos raizales en esta ola del mal llamado ‘progreso’?
Se nota mucho desorden de planificación urbana en el archipiélago y lo grave es que cada cuatro años con nuevos gobernantes cada uno lo maneja a su parecer, concluyendo en un caos socio económico a pesar de la circulación de buenas sumas de dinero especialmente por los pagos de la tarjeta de turismo. No perdemos la esperanza de tener un buen secretario en esa materia que limpie y ordene su casita antes de recibir y atender bien sus visitas.
Un administrador que sea consciente de la situación socio ambiental y no embuta más gente de los que quepan en una habitación solo por adquirir más y más dinero. Un gerente consciente de que no tenemos óptimos servicios públicos de acueducto y alcantarillado y de que no contaminemos más las islas, ni sobre-explotemos más el agua de nuestro subsuelo.
Según los poetas, la esperanza es hermana del ‘sueño’ que da tregua a nuestras penas. Por eso necesitamos un director que borre el tablero y nos pinte un arco iris como el respiro para nuestras futuras generaciones; donde compartamos unas islas limpias, llenas de paz como nos lo entregaron nuestros ancestros. Un gestor consciente de que Turismo es la más importante Secretaría del Departamento.
En la mitología griega vemos como Zeus enfurecido porque Prometeo le robó el fuego para dárselo a los hombres, creó una especie de cofre o jarrón y depositó allí todas las desgracias. Se la entregó a Pandora quien por curiosidad abrió la caja prohibida liberando todos los males al mundo, pero en el fondo quedó ‘Elpis’ el espíritu de la esperanza, que aterrizando a nuestros días es lo único que nos queda para este 2020… Hope.
*Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresen.