Bajo la premisa de que tenemos el planeta tierra en calidad de préstamo de los hijos de nuestros hijos, debemos procurar mantenerlo con la mejor calidad de vida, para que nos siga sirviendo a todos como espacio vital y sea sostenible y sustentable.
Amenazas como la explotación por hidrocarburos en las aguas marinas del departamento deben enfrentarse socializando el conocimiento y obteniendo el mayor respaldo local, nacional e internacional.
Declarados Reserva de Bioesfera Seaflower por la Unesco, somos ejemplo de vida protegida que debe ser respetada por propios y extraños, siendo hora de añadir la protección a la socio-esfera que es la presencia del grupo étnico autóctono también en peligro de perder su territorio, su cultura e identidad.
La gente de este archipiélago en consenso decidieron ser parte de Colombia y necesitamos reiterar públicamente que la nacionalidad es para proteger la vida en todas sus manifestaciones y no permitir la explotación de hidrocarburos que es grave riesgo innecesario e injusto para con nosotros y con la humanidad.
Estamos a tiempo para organizar una gran manifestación universal en el día de la nacionalidad, el 20 de Julio, para declararnos “Archipiélago Verde”, como un culto a la vida, a la naturaleza, a los niños, mujeres y hombres por un espacio sano, por un mar sin manchas.
Esto implica más firmas, más esfuerzo, más determinación, más contactos, más solidaridad con el planeta verde, con las organizaciones y personas afines con esta causa, pero sobre todo más trasparencia para que un objetivo común sea símbolo de unidad, reactivador de la estima colectiva, motor del sentido de pertenencia e interconector de pasado, presente y futuro.
Sin duda debemos tener sueños comunes para obtener victorias colectivas que nos permitan romper el pesimismo, la apatía, el fatalismo y combinar mitos, lenguajes y costumbres de los mejores extractos para obtener una fragancia fresca que como una luna verde nuevamente nos ilumine el camino por la convivencia dentro del tercer milenio.
El archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, con sus islas, atolones, bajos, bancos, barrera de arrecifes coralinos, manglares y todo cuanto lo compone, vale mucho más sin petróleo.
Kent Francis James
Esta dirección de correo electrónico está protegida contra robots de spam. Necesita activar JavaScript para poder verla