¿Para qué vino el Presidente?¿Qué nos dejó?¿Qué hará por las islas? Aún resuenan estas preguntas. Por la aguda crisis que atraviesan las islas se esperaba algo más que nuevos diagnósticos y promesas. Algo es algo, pero también se anhelaba más oído para las voces locales.
Decepcionante que no llegó con un paquete de soluciones, aunque anunció la visita hace buen tiempo y su formidable equipo de tecnócratas tenía 50 días de empalme para preparar algo. Su paquete de promesas no genera mayor expectativa y ya vuelven los muertos (otro crimen por supuesto ‘ajuste de cuentas’), el hospital sigue en crisis y no habrá mayor oferta de agua; pero eso sí: se busca atraer más turistas, ahora a través de la ¿cultura raizal?
Llegó con su propio análisis pormenorizado pero deficiente, selectivo y excluyente. Sus estadísticas no necesariamente reflejaban la dura realidad isleña. Lo hacían las propuestas de las islas pero quedaron relegadas a un segundo plano: se van a estudiar, se comprometen a mirarlos, no se debatieron frente a lo que se traía desde Bogotá.
Todo fue una coreografía para impresionar y poco para escuchar. Los temas tratados fueron negociados, se escogieron a dedo a los interlocutores locales y no hubo espacio para el debate y menos para la crítica. Presidencia exigió exactamente 30 raizales en la Iglesia, casi todos afrodescendientes sentados a la izquierda; los blancos burócratas y fuerzas del orden a la derecha.
Personalmente la escena me hizo dar escalofríos por la columna vertebral y trajo memorias de la segregación racial en Sudáfrica y en los Estados Unidos, contra la cual el fundador de la Iglesia luchó toda su vida. Una escena inverosímil acentuada por la decepción de los raizales por la manera superficial y el poco tiempo que Duque les dio para hablar de la sobrepoblación, el mal de todos los males, y otros temas que se le plantearon, de urgente atención.
El equipo Duque dio la impresión de querer impresionar al nuevo jefe demostrando saber más sobre ciertos aspectos que los isleños. Pero poco o nada sabían sobre el estado social de la isla o cómo se vive con la escasez de agua, inseguridad y hacinamiento. Duque debió haber visitado a un barrio marginal, a una casa, otra falla de la visita.
Por eso oímos clases magistrales de los hombres del Presidente sobre lo que las islas necesitan. Pero los temas que ignoraron o no fueron abordados adecuadamente seguirán presionando por mayor atención, sobre el deterioro ambiental, desigualdad, hacinamiento y muy precarios servicios públicos domiciliarios.
Duque prioriza mejorar salud y seguridad y reactivación económica pero no trajo fórmulas para ello y mucho menos recursos para atenderlos (quizás algo bueno porque la corrupción que prometió combatir hace desaparecer mucho dinero; un jalón de oreja en público al gobernador encargado dejó claro su malestar por el manejo de fondos públicos).
Y con más razón es cauteloso con el presupuesto, porque también habrá necesidad de apretarse el cinturón por el bajonazo económico con un crecimiento de solo 1.9%, muy por debajo del promedio de la última década.
Fue calculador, no tomó partido en nada y así mantiene abiertas sus opciones. Tal vez por eso no se le pudo sacar compromiso muy en serio con lo que se le pedía a gritos desde las islas (más control poblacional, agua, Estatuto Raizal). Era difícil de leer sus intenciones. Se limitó a tomar nota y prometió estudiar más…
El control poblacional preocupa a todos, sí, pero nos dimos cuenta que solo para algunos isleños porque los gremios quieren que se relajen las normas y Duque no les recordó las órdenes constitucionales de hacer todo lo opuesto para garantizar la supervivencia raizal. Esto preocupa porque el decreto ley 2762 está para revisión. ¿A qué se juega? La sobrepoblación con falta de agua y hacinamiento son demasiado preocupantes para que el Gobierno siga postergando la situación.
Lo raizal se vuelve más económico que político
Nos llegó un Duque inescrutable que se limitó a emitir ‘sweet talks’, y mucho más inclinado a escuchar a ciertos sectores económicos que a los raizales. Una situación agridulce para éstos últimos: el tema raizal, que tuvo mucho ‘protagonismo’ con Santos (pero todo puesto en una canasta y arrastrado por ocho años con la promesa del Estatuto), puede perder espacios políticos, haciendo parte integral de una supuesta recuperación económica.
Esta puede ser otra trampa para neutralizar aspiraciones raizales y no hacer avanzar asuntos importantes, pero ojo: también puede ser usado para avanzar una mejor agenda raizal. La pelota está en su cancha, que puede aprovechar esto para generar oportunidades.
Sin embargo, de manejarse mal puede ser una su espada de Damocles. De manejarse bien, una oportunidad dorada: se pueden de hacer la cultura raizal parte central de la llamada Economía Naranja se puede incentivar su recuperación. Aunque se supone que el programa Emprender ayudaría pero aún no hemos visto a los grandes empresarios raizales que aspiraba hacer surgir.
Por todo lo anterior la visita deja muchos puntos de reflexión y debate, pero sobre todo muchas dudas. Lo cierto es que se vio a un Presidente conciliador a quien se le quiere creer pero algunas cosas faltaron también para eso: más determinación y compromiso, más detalles de acciones y menos retórica. Ya es presidente pero actuó aún como si estuviera en campaña. Más que escuchar debería saber que la gente quiere que se entreguen soluciones o por lo menos fórmulas.
Aires de cambio hacia el Caribe
El principal logro, aparte de la promesa de resolver la crisis hospitalaria, ha sido un giro substancial en el tratamiento a las islas en relación a Nicaragua. Duque ha sido cuidadoso en no ligar lo de La Haya con transferencias presupuestales hacia las islas y señala un camino más conciliador y menos recalcitrante orientado a un acercamiento hacia dicho país como salida para llegar a un acuerdo de fronteras y manejo conjunto de aguas que debe ser ratificado por el Congreso como condición para acatar el fallo del 2012: ‘solamente se podrá resolver cualquier diferendo con Nicaragua a través de una aproximación bilateral’.
Desde luego el intento de acercamiento diplomático va a la par con tener que responder a las dos demandas en curso.
Tal vez por eso Duque le bajó el tono a eso de ‘hacer soberanía’, una expresión algo obsoleta porque si bien La Haya entregó muchas aguas a Nicaragua, ya definió a las islas y cayos como colombianas.
Pero sería bueno hacer soberanía interna mejorando las islas e incluyéndolas y a su población en el proceso de acercamiento a Nicaragua y en el tratamiento del archipiélago como zona normal de fronteras como cualquier otra que prometió Duque hacer.
No obstante, si por un lado se abre un espacio favorable a las islas, por el otro se le cierra: no se concedió espacio a los líderes raizales para hablar de mayor autonomía o del Estatuto. Duque parece ser un pragmático que busca bajar el tono de las demandas de autonomía y territorialidad rechazadas de plano en el Estatuto, otorgando una fórmula que no causaría grietas en la soberanía colombiana en las islas, pero permitiría espacios para la comunidad raizal poder acercarse más a sus hermanos en el Caribe. Promesas similares se escucharon en el pasado y es por eso que hay que esperar a ver las acciones concretas.
Una inclusión controvertida
La visita comenzó mal por la inclusión dentro de la comitiva de Juan Guillermo Ángel, un personaje muy controvertido en las islas, apodado ‘el Virrey’ porque aglutinó demasiado poder durante los ocho años de la administración Uribe. Al principio estaba al lado del Presidente Duque pero al final no se le vió por ningún lado, tras los duros cuestionamientos que se hicieron sobre su presencia.
Por último, la desidia administrativa y crisis política local desencadenada por serios casos de corrupción se ignoraron. El gobernador encargado se veía muy nervioso y Duque aún no ha decidido su suerte. Había un mensaje subliminal tanto para el gobierno local como para los gremios: “hagan más por las islas, no exijan tanto, ya muchísimos recursos se giraron y al no haberlos gastado bien, no pueden esperar más generosidad”. Los tiempos han cambiado. Es muy diciente que Duque no prometiera más dinero a las islas.
Los esquemas de las reuniones fueron para bajarle el tono a las demandas y evitar momentos difíciles para el Presidente. Pero al haber creado tantas expectativas se corrió el riesgo de desinflar las esperanzas de los isleños. Duque encantó y decepcionó al mismo tiempo. No escuchó lo que tenía que escuchar ni sacó el conejo del sombrero. De no hacer algo serio muy pronto como prometió, se juega con el futuro de las islas.