Es realmente una buena noticia que la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) haya anunciado la suspensión temporal de las exploraciones. Sin embargo, esto no debe hacernos olvidar que la amenaza no ha terminado.
La ANH está anunciando que va a hacer consulta con la comunidad y seguir todas las normas exigidas, lo cual es algo que debería haber hecho antes de adjudicar los contratos y no después, como están haciendo ahora ante la presión de la comunidad.
De hecho, en sus mismas declaraciones, publicadas por EL ISLEÑO.COM, la ANH no ha hecho más que contradecirse; en diciembre expresó que habría consulta y en enero dijo que los contratos eran irreversibles, lo cual sólo puede hacernos dudar más de los buenos propósitos de esta institución y sus contratistas.
Por todo lo anterior, debemos recordar que no hay ninguna precaución que pueda garantizar que una exploración petrolera no causará impactos sobre los ecosistemas y la comunidad de las islas.
Es el momento de que los habitantes de las islas nos unamos para decir NO a la exploración. No hay ninguna regalía que valga más que la riqueza biológica y cultural de las islas y el petróleo, por más permisos que se tengan para explotarlo, trae pobreza y destrucción; para ver esto sólo hay que ir a regiones como Arauca o Casanare, donde las regalías no se ven por ninguna parte pero los impactos ambientales y sociales son evidentes.
Más aun, es importante recordar que la empresa a la cual se le han otorgado los cayos para exploración, Repsol, es famosa en el mundo por su falta de responsabilidad social y ambiental y ha sido demandada en varios países por los impactos causados.
El Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina es un tesoro que vale por si mismo y que no puede ser el lugar para este tipo de proyectos.
A. I. Márquez